En conjunto, se estiman alrededor de 2100 nuevos casos anuales en nuestro país. El cáncer de vejiga es una enfermedad neoplásica que resulta de un crecimiento descontrolado de las células que componen la vejiga. Existen varios tipos de cáncer de vejiga, siendo el más común, en más del 90% de los pacientes, el carcinoma urotelial. “Alrededor del 75% de los pacientes tienen un tumor superficial en el momento del diagnóstico, es decir, sin invasión de la pared vesical”, explica Cátia Faustino, oncóloga del IPO-Porto y miembro del directorio de la Sociedad Portuguesa de Oncología.
Hay varios síntomas posibles del cáncer de vejiga, pero al no ser específicos de la enfermedad, pueden confundirse fácilmente con otra condición clínica. “La hematuria, es decir, la pérdida de sangre a través de la orina, es el síntoma más frecuente, pero también puede ocurrir en situaciones benignas como infección de vías urinarias o cálculos renales”, explica Cátia Faustino. Sin embargo, advierte, este síntoma debe servir de alerta y ser debidamente evaluado por el médico tratante, quien podrá aconsejar la realización de otras pruebas diagnósticas complementarias. Otras posibles quejas son cambios urinarios, como aumento de la frecuencia urinaria, dolor o ardor al orinar, o flujo urinario débil. Aunque estas quejas están asociadas con condiciones clínicas benignas, deben ser evaluadas adecuadamente. Es fundamental no ignorar ninguna señal sospechosa.
Pero al fin y al cabo, ¿quiénes son las personas que deberían estar más atentas a las señales de alerta? “Personas con factores de riesgo, como fumar o exposición ambiental a químicos [como por exemplo, os que são usados na indústria de corantes], con antecedentes personales de cáncer urotelial o con predisposición genética conocida”, destaca el oncólogo. “Alrededor de la mitad de todos los casos de cáncer de vejiga provienen del tabaco”, agrega. Existen otros factores de riesgo no modificables, como la edad, donde el riesgo aumenta con la edad, o el sexo, ya que el cáncer de vejiga es más frecuente en hombres. En cuanto a los síndromes genéticos, Cátia Faustino destaca el síndrome de Lynch, en el que se establece el mayor riesgo de desarrollar cáncer de vejiga.
¿Cómo diagnosticar?
Ante la sospecha clínica por parte del médico tratante, se solicitan algunas pruebas diagnósticas complementarias, como análisis de orina, que pueden incluir búsqueda de células malignas (citología urinaria). “También se realiza una cistoscopia para visualizar el interior de la vejiga. Si hay un área sospechosa en este examen, el paciente será intervenido quirúrgicamente (resección endoscópica) para extirpar esa lesión, cuyo análisis determinará si se trata de un cáncer de vejiga”, explica el oncólogo. Otras pruebas que pueden ser necesarias para el diagnóstico y estadificación de la enfermedad son la TAC o la RM.
En ésta, como en otras enfermedades oncológicas, la detección precoz puede suponer una clara mejora en el pronóstico de los pacientes. “Sin embargo, a diferencia de los exámenes de detección de cáncer de mama o cáncer colorrectal, que están bien establecidos, la evidencia científica actual es insuficiente para recomendar un examen de detección de cáncer de vejiga sistemático y basado en la población en adultos asintomáticos, teniendo en cuenta el beneficio versus cualquier daño.” La explicación de Cátia Faustino es fácil de entender. “Si bien, por un lado, el impacto en la supervivencia con el uso de posibles pruebas de detección (como análisis de resumen de orina o citología urinaria) para el cáncer de vejiga no se ha demostrado en personas sin síntomas o sin antecedentes de cáncer de vejiga, en el Por otro lado, un resultado falso positivo es un potencial generador de ansiedad, angustia y puede conducir a pruebas invasivas inútiles, que pueden causar otras complicaciones”.
Después de la confirmación del cáncer de vejiga, el tratamiento depende de la etapa de la enfermedad y puede incluir cirugía, como se mencionó anteriormente, pero también quimioterapia, inmunoterapia o radioterapia. El pronóstico está asociado con la etapa de la enfermedad en la que se realiza el diagnóstico. “En los tumores vesicales superficiales, que son la mayoría de los casos, la tasa de éxito es alta. En el caso de la enfermedad metastásica, es decir, cuando las células malignas ya se han extendido a otras partes del cuerpo, el tratamiento no es curativo y el pronóstico es más reservado, aunque actualmente existen opciones terapéuticas que han aumentado la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes pacientes”, dice el oncólogo.
Concienciar y alertar
Las campañas de sensibilización, los días mundiales y los meses dedicados a una determinada enfermedad permiten llegar a un gran número de personas. En el caso del cáncer de vejiga, en particular, pueden alertar sobre la existencia de la enfermedad, “pero también contribuir al conocimiento de los signos y síntomas, así como reforzar la información sobre factores de riesgo, como el tabaquismo”, dice Cátia Faustino . . Estas campañas son fundamentales para desmitificar la enfermedad en la sociedad, subraya, “traduciéndose en un impacto positivo en la vida de los pacientes con cáncer de vejiga”. Por otro lado, “contribuyen a la alfabetización en salud, favorecen la reducción de exposiciones nocivas y anticipan diagnósticos más tempranos ante la presencia de síntomas sospechosos”.
Las asociaciones de pacientes con cáncer brindan un espacio propio para compartir vivencias y vivencias, lo que “permite a los pacientes y supervivientes de cáncer crear redes de apoyo y ayuda mutua y sentir que no están solos o solas frente a los desafíos de la enfermedad. La sinergia entre la comunidad médica y científica, los pacientes y sus familias y la sociedad civil constituye un vértice fundamental para romper progresivamente tabúes aún tan arraigados y asociados a la enfermedad oncológica”, concluye Cátia Faustino.
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